En el ciclo “B” del Tiempo Ordinario, por ser el año en el que se proclama el evangelio de San Marcos, que es el más breve de los textos evangélicos, a partir de este domingo se leerá el capítulo sexto del evangelio de San Juan.
Las palabras de Jesús en el evangelio son a la vez llamada de atención y profecía de la situación actual, cuando les advierte a los discípulos, después de dar de comer a la multitud: -«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.».
El papa Francisco, quien acaba de regalarnos la comprometedora carta encíclica: “Laudato sí”, nos señala en ella: “Sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y « el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre” (Francisco, Laudato Sí 50). Esta denuncia nos obliga a cada uno, y no solo a las instituciones políticas o económicas.
Escuchamos hoy la orden que da Eliseo a su criado cuando recibe la ofrenda de veinte panes de cebada: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.» Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor. (2 Re 4, 44)”. La imagen coincide con el gesto de Jesús ante la multitud, con los cinco panes de cebada: “Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado” (Jn 6, 11). Deberíamos sentir por un lado, la responsabilidad sobre la administración de los bienes y por otro lado, el escándalo por la cultura del consumismo y del despilfarro, cuando tantos pasan hambre.
Al meditar la Palabra, nos tendría que invadir la compasión, como a Jesús, y movernos a introducir en nuestros hábitos, al tiempo que la austeridad, la opción de compartir, sintiendo el grito de los más pobres. “Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente” (Sal 144).
Los textos bíblicos que hoy se proclaman, si los leemos en clave material tienen una dimensión social, que no deberemos obviar: hay una gran necesidad de pan en el mundo. Y también contienen una dimensión sacramental, al interpretarlos en clave eucarística, como lo hace el Papa en su encíclica: “La Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. El mundo que salió de las manos de Dios vuelve a él en feliz y plena adoración. En el Pan eucarístico, « la creación está orientada hacia la divinización, hacia las santas bodas, hacia la unificación con el Creador mismo ».167 Por eso, la Eucaristía es también fuente de luz y de motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado” (Ls 236).
Seamos solidarios, a la vez que contemplativos. Participemos en la mesa santa, a la vez que compartimos el pan cotidiano.
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