es el único Señor”. (Dt 6, 4).
Pbro. Lic. Salvador M. González M.
Después de que Jesús ha sido reconocido por sus discípulos como el Mesías (8,29ss) y él se ha revelado como el Mesías en la línea del siervo de Dios sufriente y manifestado las exigencias de su seguimiento (8,34ss); Marcos coloca el relato de la transfiguración donde, nuevamente, presenta a Jesús como el Hijo amado del Padre. La primera vez fue el día de su bautismo en el capítulo 1,11.
Jesús aparece conversando con los máximos representantes del judaísmo: Moisés, el gran legislador y Elías, el profeta de fuego. Los discípulos extasiados contemplan la gloria de Jesús. Es tan gozosa la experiencia que no quieren interrumpirla y por eso Pedro sugiere prolongarla por mas tiempo: “hagamos tres tiendas...”
Jesús no es presentado ni como un nuevo Moisés, ni como un Elías vuelto a la vida, ni siquiera como Mesías. Jesús es algo más. Es el Hijo amado del Padre y en esto se basa la orden que se nos da: Escúchenlo. Pedro lo había reconocido como Mesías y ahora lo contempla como el “Hijo amado del Padre”.
En el capítulo 6 del libro del Deuteronomio Moisés ordena al pueblo escuchar los mandamientos que el Señor, su Dios, le había dado. Escuchar es sinónimo de guardar, hacer y poner por obra lo que Dios manda: “Guardarás los preceptos del Señor, tu Dios, las normas y mandatos que te ordenó. Harás lo que el Señor, tu Dios, aprueba y da por bueno” (Dt 6,17-18).
Por tanto, escuchar a Jesús es poner por obra lo que él nos ha mandado y enseñado (Cfr. Mt 28,19), es decir, amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos; es más, debemos amar incluso a nuestros enemigos y rezar por los que nos persiguen; desterrar de nuestro corazón todo odio y rencor y estar dispuestos a perdonar siempre; ser misericordiosos como nuestro Padre celestial es misericordioso; no juzgar ni condenar; no jurar nunca porque el cristiano dice sí cuando es sí y no cuando es no, Etc.
La orden del Padre es categórica: “Escúchenlo”. En este año de la vida consagrada y muy especialmente en este tiempo de cuaresma, el llamado a la conversión es más urgente. El mandato del Padre Dios llega a nosotros como una exigencia: debemos tratar de normar nuestra vida de acuerdo a las enseñanzas de Jesús: “¡Escúchenlo!”.
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