P. Ángel Moreno de Buenafuente.
Queridas hermanas cistercienses, hermanos sacerdotes y amigos que nos acompañáis este día de fiesta en honor de San Bernardo.
Cada año, con ocasión de la celebración patronal de quien es padre del Cister, he ofrecido a la comunidad unos pensamientos, como fruto de la oración y al hilo de las circunstancias que concurrían en nuestro entorno más inmediato.
Sin duda que la mirada a Buenafuente en el momento actual parece una necesidad, al estar dándose cambios tan significativos como fue el cierre del Hogar Asistido, por la marcha de las Hnas. de la Caridad de Santa Ana, y este año por el nombramiento como párroco de Molina de Aragón de D. Manuel García, quien ha estado con nosotros más de 25 años. Estos hechos han afectado y afectarán no solo a Buenafuente, sino a toda la zona.
Sobre esta realidad que vivimos, cabe proyectar la mirada con perspectiva social, económica, afectiva, y también con dimensión teologal y creyente. Aunque nunca estorba valorar los acontecimientos desde una perspectiva razonable y lógica, sin embargo, desde la Palabra de Dios y desde el ejemplo histórico de la entrada de San Bernardo en la Orden del Cister cuando más débil era esta orden, ante el impacto que nos puede producir lo que nos sucede, sentimos que la respuesta que nos pertenece, tanto a vosotras, hermanas, como a nosotros, sacerdotes y fieles, es de agradecimiento y de confianza en la providencia divina. ¡Cómo no agradecer a D. Manuel los años que nos ha acompañado de una forma tan fiel, discreta, sólida, serena, amiga, orante y fraterna!
Si las anteriores circunstancias pueden preocuparnos, no podemos silenciar la alegría que nos ha dado recibir la carta del Papa Francisco, en la que nos envía especiales saludos al Monasterio de la Madre de Dios, a la vez que nos ha pedido nuestras oraciones por él. También os comunico que guardamos la esperanza de que se pueda restaurar la presencia de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, aunque sea de otra manera y para otra misión. Así lo hemos vuelto a solicitar ayer mismo, aniversario de la muerte del siervo de Dios Juan Bonal, fundador de la Congregación, que pasó por estos pueblos, en una carta que hemos entregado a las Hermanas Provinciales, con el apoyo y el visto bueno de nuestros obispos D. Atilano y D. José Sánchez. Nos alegra, igualmente, ver cómo se renueva la comunidad del Cister constantemente, aunque desearíamos que fuera en mayor número. Estos datos nos invitan a afianzarnos aún más en la certeza del amor de Dios.
Este año, el lema de los Ejercicios Espirituales que estamos impartiendo durante todo el verano, es “Amor saca amor”. Y si literalmente es una expresión de Santa Teresa de Jesús, no es menor la resonancia que encierra del comentario de San Bernardo al libro del Cantar de los Cantares: “Amo por amar”.
El amor mayor, en todos los casos, es posible por saberse amado. “Puesto que Dios es Amor, y que Dios ha hecho al hombre a su imagen y semejanza, es necesario concluir que al hombre se le ha concedido la capacidad de amar – y por tanto la de ser amado” (San Bernardo). Este pensamiento es núcleo de la vida cristiana, saberse amados de Dios, y desde esta certeza experimentada y sobre todo creída, nace la respuesta enamorada, la de amar a Cristo por saberse amado por Él. Así lo sintió san Bernardo.
Este santo afirma que Dios desea ser amado por el hombre. Este deseo no es imposible ni es un gesto pretencioso por nuestra parte, ni supera nuestra pobreza. Significa devolver a Dios su gesto magnánimo, al sabernos creados por amor suyo. Solo desde esta certeza nuestros días estarán llenos de esperanza, y en cualquier encrucijada sabremos reaccionar como quien se siente amado y se mueve a amar.
Han sido muchas las veces, a lo largo de 45 años, en las que este día compartíamos noticias que nos hacían evidente el favor divino, y las interpretábamos como prueba del amor de Dios. ¡Cómo no recordar el 20 de agosto de 2011, cuando el papa Benedicto XVI recibía en Madrid a M. Teresita, junto a la M. Abadesa y a mí! Si ese hecho lo contamos como una gracia, nos deberemos atrever a interpretar, desde la fe, que “todo es gracia”, expresión de M. Teresita, que todo es amor, y nuestra vida no se debiera definir de otra manera, sino como respuesta al Amor.
San Bernardo, en su comentario sobre el Cantar de los Cantares, nos introduce en el amor perfecto. No en un amor humano, ni en sentimientos más o menos afectivos por atracción natural o por sintonía de pensamientos, sino en el amor de caridad, en lo que debe ser llamado en verdad Amor.
El santo abad comenta que es imposible enamorarse de un Dios teológico o filosófico. El corazón del hombre necesita sentir el amor humano, y San Bernardo interpreta que esta es la razón por la que Dios se ha querido hacer hombre, para que podamos amar a Dios.
Queridas hermanas y amigos, cada uno de nosotros gozaremos de esperanza en cualquier circunstancia, en la medida en que seamos conscientes y crezcamos en la experiencia del amor de Dios. Él nos ha amado, haciéndose semejante. Nosotros podemos amarlo porque se ha hecho como nosotros, según argumenta el santo abad Bernardo.
Si los ojos de la fe nos permiten superar las contingencias y limitaciones de nuestras pobrezas personales y comunitarias, y somos capaces de vernos como presencia de Cristo, en palabras de San Benito, habremos llegado a la posibilidad de que en Buenafuente se establezca un recinto fascinante, donde acontezca el atractivo del Amor.
Deberemos permanecer afianzando la relación que nos convierte en testigos privilegiados, por el don de la fe, de sabernos amados, y de amar. El hecho de que prácticamente este lugar se defina como un lugar eclesial, y de que nos miren con ojos admirativos, nos compromete especialmente a todos los que vivimos habitualmente en el Sistal a ser testigos del Amor de Dios.Un lugar pequeño puede favorecer o una convivencia atomizada e individualista, o, por el contrario, ilustrar la parábola de la vida de los primeros cristianos. Nosotros acudimos a la oración en común, y tenemos el reto de tener el mismo corazón y la misma alma.San Bernardo amaba a la Madre de Dios.
La iconografía representa al santo monje de Claraval alimentado con la leche maternal de María. Que en este lugar, consagrado a la Madre de Dios, la Bendita entre todas las mujeres, nuestra Señora, que nos alimenta con el fruto bendito de su vientre, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, siga siendo nuestra abogada y nos defienda de todo mal, como se lo pedimos cada noche en el canto de la Salve.Queridos hermanos sacerdotes y amigos, muchas gracias por vuestro acompañamiento y por vuestra oración por Buenafuente; que nos podamos encontrar muchos años en esta fiesta junto con nuestras hermanas, las monjas herederas de la espiritualidad de San Bernardo.
SAN BERNARDO 2014.
Enviado por Unknown el viernes, 22 de agosto de 2014 | 11:06 a.m.
Articulos relacionados
Si disfrutaste este articulo HAZ CLICK AQUI, o suscribete para recibir mas contenidos.
0 comentarios:
Publicar un comentario