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Regla de la Orden Franciscana Seglar: Artículo 1

Enviado por El Hermano Asno el viernes, 22 de agosto de 2014 | 3:05 a.m.


Capítulo I

La Orden Franciscana Seglar (O.F.S)(1)

Artículo 1

Entre las familias espirituales, suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia (2), la Familia Franciscana comprende a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, seglares, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís. (3)

En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia. (4)

COMENTARIOS:

(1) Originalmente, la ahora Orden Franciscana Seglar (OFS, por sus siglas) recibió el nombre de Hermanos de Penitencia, dado que en el siglo XIII ya existían grupos de seglares que hacían vida de penitencia: la lucha contra la propia voluntad para hacer la voluntad de Dios.  En la actualidad se le conoce también como Fraternidad Seglar Franciscana o Tercera Orden Franciscana.

 Según el Códice de Capistrano, escrito entre 1247 y 1260 se precisa que en 1221 se emitió la primera redacción de llamado Memoriale propositi o "Memorial" que ha sido considerada la primera regla de la orden de penitencia franciscana y se considera que es obra del Cardenal Hugolino.

 El 16 de diciembre de 1221, se hace la primera mención oficial de los hermanos de penitencia franciscanos a través de una carta de Su Santidad Honorio III al Obispo de Rimini, encargándole que les proteja contra las autoridades civiles que pretendían forzarlos a tomar las armas.

 Ya desde 1238, Su Santidad Gregorio IX en una carta a la beata Inés de Bohemia se refiere a las tres órdenes fundadas por San Francisco de Asís, citando "la de los hermanos menores, la de las hermanas reclusas y la de los penitentes".

   Las biografías de San Francisco de Asís, especificamente La Leyende de los Tres Compañeros, en su No. 60; y el Anónimo de Perusa, en el No. 41, citan la escena del nacimiento de estos hermanos de penitencia, que marca los orígenes de la actual Orden Franciscana Seglar.

 Es Su Santidad Nicolás IV quien emite la bula Supra montem del 18 de agosto de 1289 donde se erige la primera regla canónica o bulada de la actual Orden Franciscana Seglar.

 El artículo primero de la Regla de la Orden Franciscana Seglar se remite a fundamentar su estructura en tres documentos.

    Es el 30 de mayo de 1884 cuando aparece la Constitución Apostólica Misericors Dei Filius, de Su Santidad León XIII y que contiene al nueva Regla de la ahora Orden Franciscana Seglar.

Casi 100 años despuéss, a traves del Breve Apostólico Seraphicus Patriarcha, del 24 de junio de 1978, Su Santidad Paulo VI, aprueba la nueva y actual Regla de la Orden Franciscana Seglar y que contiene un total de 26 artículos divididos en tres capítulos y que se refieren especificamente a la misma OFS, a la Forma de Vida y la Vida en Fraternidad.

(2) El artículo primero de la Regla nos recuerda la Constitución Dogmática Lumen Gentium (Luz de las gentes), en su No. 43, al hacer referencia a las familias espirituales, sucitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia. Este No. 43 se refiere específicamente a la Profesión de los Consejos Evangélicos en la Iglesia. Este artículo, textualmente señala lo siguiente:

"Los consejos evangélicos, castidad ofrecida a Dios, pobreza y obediencia, como consejos fundados en las palabras y ejemplos del Señor y recomendados por los Apóstoles, por los padres, doctores y pastores de la Iglesia, son un don divino que la Iglesia recibió del Señor, y que con su gracia se conserva perpetuamente".

 "La autoridad de la Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, se preocupó de interpretar esos consejos, de regular su práctica y de determinar también las formas estables de vivirlos. De ahi ha resultado que han ido creciendo, a la manera de un árbol que se ramifica espléndido y pujante en el campo del Señor a partir de una semilla puesta por Dios, formas diversísimas de vida monacal y cenobítica (vida solitaria y vida en comun) en gran variedad de familias que se desarrollan, ya para ventaja de sus propios miembros, ya para el bien de todo el Cuerpo de Cristo".

 "Y es que esas familias ofrecen a sus miembros todas las condiciones para una mayor estabilidad en su modo de vida, una doctrina experimentada para conseguir la perfección, una comunidad fraterna en la milicia de Cristo y una libertad mejorada por la obediencia, en modo de poder guardar fielmente y cumplir con seguridad su profesión religiosa, avanzando en la vida de la caridad con espiritu gozoso".

 "Un estado, asi, en la divina y jerarquica constitucion de la Iglesia, no es un estado intermedio entre la condicion del clero y la condicion seglar, sino que de ésta y de aquélla se sienten llamados por Dios algunos fieles al goce de un don particular en la vida de la Iglesia para contribuir, cada uno a su modo, en la mision salvifica de ésta".

(3) Tres Papas, en diferentes momentos y épocas, le han reiterado el reconocimiento a que nuestra Orden es una Verdadera Orden, como parte que somos de La Familia Franciscana. Citamos a continuación las referencias que sobre ello hacen los Papas Benedicto XV, Pío XII y Juan Pablo II:

“(Francisco) instituyó una verdadera Orden, la de los Terciarios, no vinculada por votos religiosos, como las dos precedentes, sino conformada por la simplicidad de costumbres y por el espíritu de penitencia. De esta manera y felizmente, fue él, el primero en concebir y llevar a la práctica, con la ayuda de Dios, lo que ningún fundador de Orden regular había imaginado hasta ese momento: hacer que el tenor de vida religiosa fuese común a todos” (Benedicto XV, Encíclica “Sacra Propediem”, n.5, del 6 de enero de 1921).

    “Vosotros sois una Orden: Orden laical, sí, una verdadera Orden. Ordo veri nominis como la llamó Nuestro Predecesor de s. m. Benedicto XV (Sacra propediem, 6 de enero de 1921). No sois, como es obvio, una asamblea de perfectos; pero debéis ser una escuela de perfección cristiana. Sin esta resuelta voluntad no se puede formar parte de una tan elegida y gloriosa milicia” (Pio XII, 1° de julio de 1956, Discurso a los Terciarios en Roma).

    “... vosotros sois también una ‘Orden’, como dijo el Papa (Pío XII): ‘Orden laical, sí, una verdadera Orden; y, por lo demás, ya Benedicto XV había hablado de ‘Ordo veri nominis’. Este término antiguo – podemos decir medieval – de ‘Orden’ no significa otra cosa que vuestra estrecha pertenencia a la gran Familia Franciscana. La palabra ‘Orden’ significa la participación en la disciplina y en la austeridad propia de aquella espiritualidad, la cual sin bien en la autonomía propia de vuestra condición laical y seglar, comporta a menudo sacrificios no menores de aquellos que se experimentan en la vida religiosa y sacerdotal” (Juan Pablo II, 14 de junio de 1988, al Capítulo general OFS).

(4) El final del artículo trae a colación palabras del Decreto Apostolicam Actuositatem, del Concilio Vaticano II, Decreto sobre el Apostolado de los Seglares, en sus números 4 y 8. El No. 4 se refiere especificamente a La Espiritualidad Seglar en orden al apostolado. Dicho número cita textualmente:

La espiritualidad seglar en orden al apostolado

"Siendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen de todo el apostolado de la Iglesia, es evidente que la fecundidad del apostolado seglar depende de su union vital con Cristo, porque dice el Senor: "El que permanece en mi y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mi nada podéis hacer" (Jn 15,4-5). Esta vida de union intima con Cristo en la Iglesia se nutre de auxilios espirituales, que son comunes a todos los fieles, sobre todo por la participacion activa en la Sagrada Liturgia, de tal forma los han de utilizar los fieles que, mientras cumplen debidamente las obligaciones del mundo en las circunstancias ordinarias de la vida, no separen la union con Cristo de las actividades de su vida, sino que han de crecer en ella cumpliendo su deber segun la voluntad de Dios".

"Es preciso que los seglares avancen en la santidad decididos y animosos por este camino, esforzandose en superar las dificultades con prudencia y paciencia. Nada en su vida debe ser ajeno a la orientacion espiritual, ni las preocupaciones familiares, ni otros negocios temporales, segun las palabras del Apostol: "Todo cuanto hacéis de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Senor Jesus, dando gracias a Dios Padre por El" (Col 3,17)".

"Pero una vida asi exige un ejercicio continuo de fe, esperanza y caridad".

"Solamente con la luz de la fe y la meditacion de su palabra divina puede uno conocer siempre y en todo lugar a Dios, "en quien vivimos, nos movemos y existimos" (Ac 17,28), buscar su voluntad en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todos los hombres, sean deudos o extranos, y juzgar rectamente sobre el sentido y el valor de las cosas materiales en si mismas y en consideracion al fin del hombre".

"Los que poseen esta fe viven en la esperanza de la revelacion de los hijos de Dios, acordandose de la cruz y de la resurreccion del Senor".

"Escondidos con Cristo en Dios, durante la peregrinacion de esta vida, y libres de la servidumbre de las riquezas, mientras se dirigen a los bienes imperecederos, se entregan gustosamente y por entero a la expansion del reino de Dios y a informar y perfeccionar el orden de las cosas temporales con el espiritu cristiano. En medio de las adversidades de este vida hallan la fortaleza de la esperanza, pensando que "los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparacion con la gloria que ha de manifestarse en nosotros" (Rm 8,18)".

"Impulsados por la caridad que procede de Dios hacen el bien a todos, pero especialmente a los hermanos en la fe (Ga 6,10), despojandose "de toda maldad y de todo engano, de hipocresias, envidias y maledicencias" (1P 2,1), atrayendo de esta forma los hombres a Cristo. Mas la caridad de Dios que "se ha derramado en nuestros corazones por virtud del Espiritu Santo, que nos ha sido dado" (Rm 5,5) hace a los seglares capaces de expresar realmente en su vida el espiritu de las Bienaventuranzas.

Siguiendo a Cristo pobre, ni se abaten por la escasez ni se ensoberbece por la abundancia de los bienes temporales; imitando a Cristo humilde, no ambicionan la gloria vana (Ga 5,26) sino que procuran agradar a Dios antes que a los hombres, preparados siempre a dejarlo todo por cristo (Lc 14,26), a padecer persecucion por la justicia (Cf. M 5,10), recordando las palabras del Senor: "Si alguien quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz y sigame" (Mt 16,24). Cultivando entre si la amistad cristiana, se ayudan mutuamente en cualquier necesidad".

"La espiritualidad de los laicos debe tomar su nota caracteristica del estado de matrimonio y de familia, de solteria o de viudez, de la condicion de enfermedad, de la actividad profesional y social. No descuiden, pues, el cultivo asiduo de las cualidades y dotes convenientes para ello que se les ha dado y el uso de los propios dones recibidos del Espiritu Santo".

"Ademas, los laicos que, siguiendo su vocacion, se han inscrito en alguna de las asociaciones o institutos aprobados por la Iglesia, han de esforzarse al mismo tiempo en asimilar fielmente la caracteristica peculiar de la vida espiritual que les es propia.

Aprecien también como es debido la pericia profesional, el sentimiento familiar y civico y esas virtudes que exigen las costumbres sociales, como la honradez, el espiritu de justicia, la sinceridad, la delicadeza, la fortaleza de alma, sin las que no puede darse verdadera vida cristiana".

"El modelo perfecto de esa vida espiritual y apostolica es la Santisima Virgen Maria, Reina de los Apostoles, la cual, mientras llevaba en este mundo una vida igual que la de los demas, llena de preocupaciones familiares y de trabajos, estaba constantemente unida con su Hijo, coopero de un modo singularisimo a la obra del Salvador; mas ahora, asunta el cielo, "cuida con amor maternal de los hermanos de su Hijo, que peregrinan todavia y se debaten entre peligros y angustias, hasta que sean conducidos a la patria feliz". Honrenla todos devotisimamente y encomienden su vida y apostolado a su solicitud de Madre".

Finalmente, el No. 8 de este mismo Decreto del Concilio Vaticano II sobre el Apostolado Seglardocumento, que es base del párrafo final del artículo primero de la Regla, nos hace referencia a La acción caritativa como distintivo del apostolado cristiano. A continuación el texto íntegro de esta referencia:

La accion caritativa como distintivo del apostolado cristiano

8 Si bien todo el ejercicio del apostolado debe proceder y recibir su fuerza de la caridad, algunas obras, por su propia naturaleza, son aptas para convertirse en expresion viva de la misma caridad, que quiso Cristo Senor fuera prueba de su mision mesianica (Mt 11,4-5).

El mandamiento supremo en la ley es amar a Dios de todo corazon y al projimo como a si mismo (Mt 22,27-40). Ahora bien, Cristo hizo suyo este mandamiento de caridad para con el projimo y lo enriquecio con un nuevo sentido, al querer hacerse El un mismo objeto de la caridad con los hermanos, diciendo: "Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis" (Mt 25,40).

El, pues, tomando la naturaleza humana, se asocio familiarmente todo el género humano, con una cierta solidaridad sobrenatural, y constituyo la caridad como distintivo de sus discipulos con estas palabras: "En esto conoceran todos que sois mis discipulos, si tenéis caridad unos con otros (Jn 13,35).

Como la santa Iglesia en sus principios, reuniendo el agape de la Cena Eucaristica, se manifestaba toda unida en torno de Cristo por el vinculo de la caridad, asi en todo tiempo se reconoce siempre por este distintivo de amor, y al paso que se goza con las empresas de otros, reivindica las obras de caridad como deber y derecho suyo, que no puede enajenar.

Por lo cual la misericordia para con los necesitados y enfermos, y las llamadas obras de caridad y de ayuda mutua para aliviar todas las necesidades humanas son consideradas por la Iglesia con un singular honor.

Estas actividades y estas obras se han hecho hoy mucho mas urgentes y universales, porque los medios de comunicacion son mas expeditos, porque se han acortado las distancias entre los hombre y porque los habitantes de todo el mundo vienen a ser como los miembros de una familia.

La accion caritativa puede y debe llegar hoy a todos los hombres y a todas las necesidades. Donde haya hombres que carecen de comida y bebida, de vestidos, de hogar, de medicinas, de trabajo, de instruccion, de los medios necesarios para llevar una vida verdaderamente humana, que se ven afligidos por las calamidades o por la falta de salud, que sufren en el destierro o en la carcel, alli debe buscarlos y encontrarlos la caridad cristiana, consolarlos con cuidado diligente y ayudarlos con la prestacion de auxilios. Esta obligacion se impone, ante todo, a los hombres y a los pueblos que viven en la prosperidad.

Para que este ejercicio de la caridad sea verdaderamente extraordinario y aparezca como tal, es necesario que se vea en el projimo la imagen de Dios segun la cual ha sido creado, y a Cristo Señor a quien en realidad se ofrece lo que se da al necesitado; se considere como la maxima delicadeza la libertad y dignidad de la persona que recibe el auxilio; que no se manche la pureza de intención con ningun interés de la propia utilidad o por el deseo de dominar; se satisfaga ante todo a las exigencias de la justicia, y no se brinde como ofrenda de caridad lo que ya se debe por titulo de justicia; se quiten las causas de los males, no solo los defectos, y se ordene el auxilio de forma que quienes lo reciben se vayan liberando poco a poco de la dependencia externa y se vayan bastando por si mismos.

Aprecien, por consiguiente, en mucho los laicos y ayuden en la medida de sus posibilidades las obras de caridad y las organizaciones de asistencia social, sean privadas o publicas, o incluso internacionales, por las que se hace llegar a todos los hombres y pueblos necesitados un auxilio eficaz, cooperando en esto con todos los hombres de buena voluntad.

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